Cuando llega el calor y nos toca hacer cambio de armario, comienza el periodo duro. Nos probamos la ropa, y de pie frente a un espejo, se disparan los complejos y empiezan las obsesiones y las prisas. En pocas semanas queremos reducir esos michelines acumulados durante todo el año, conseguir un vientre plano, unos muslos y glúteos sin grasa, sin celulitis y bien tonificados. Es ahí, en ese preciso instante cuando empieza la búsqueda desesperada.
La conocida «operación bikini» es una carrera tipo sprint, a contrarreloj que empieza siempre un poco antes del verano. Casi siempre va acompañada de las conocidas dietas milagro, que prometen hacer llegar a la meta en poco tiempo, sin esfuerzo y con resultados increíbles y rápidos. En internet, encontramos gran cantidad de información sobre estas dietas y multitud de productos infalibles y muy tentadores. Por desgracia, nuestra sociedad ha normalizado este tipo de dietas y no vemos el peligro que esconden tras ellas.
Las fórmulas mágicas para adelgazar y los cuentos de hadas, mantienen sorprendentes parecidos, cautivan a millones de personas, poseen un gran poder para ilusionar, entusiasmar, maravillar y siempre ofrecen finales felices. Son muchas las personas que caen en ellas cada año, aunque en el fondo sepan o intuyan que están poniendo en peligro su salud. La mayoría de nosotros sabemos que no existen las varitas mágicas, sin embargo, lo que nos cuentan parece tan real y vamos tan a la desesperada que pensamos «No pierdo nada por intentarlo»
Para reconocer una dieta milagro o un mal método para adelgazar, debemos plantearnos las siguientes cuestiones:
- ¿Prohíbe o demoniza algún o algunos alimentos?
- ¿Promete resultados rápidos?
- ¿Debemos comprar gran cantidad de productos y suplementos?
- ¿Los resultados que obtenemos, son sin esfuerzos, sin dieta y sin ejercicio?
- ¿Están avaladas con estudios científicos?
- ¿La dieta es generalizada y la puede seguir cualquier persona?
Ante estas cuestiones debemos pensar y aplicar el sentido común. Estas dietas son ineficaces, solo tienen resultados puntuales y el efecto rebote está asegurado. El 98% de las personas que inician estas dietas, recuperan el peso (o incluso lo aumentan) al año de haberlas iniciado.
«Los para siempre y sin esfuerzos, pertenecen al terreno de la magia y de la fantasía, no al de la realidad»
Además, aunque suelen ser dietas de pocos meses de duración, no están exentas de peligros para la salud. A nivel psicológico, en este tipo de dietas se da un fenómeno de adicción por su rapidez para perder el peso no deseado. Esto es mucho mas atractivo que el de la alimentación saludable, que consiste en una alimentación variada y equilibrada, para conseguir un peso optimo con una pérdida de peso gradual sin poner en riesgo la salud.
En cuanto a la salud mental, en la práctica clínica observamos que los pacientes que siguen estas dietas, la gran mayoría padecen ansiedad y depresión.
«Muchas personas están hoy a la espera de un milagro quemagrasas, cuando ese milagro tiene otros apellidos tales como: Esfuerzo, constancia y estilo de vida.»
Mantener un peso saludable es una mezcla delicada de compromiso, renuncias, placeres y esfuerzos, requiere constancia y un estilo de vida saludable y activo, donde la dieta sea fuente de placer, en lugar de sufrimiento.
Deja una respuesta